La anestesia general se ha comparado clásicamente con el vuelo de un avión. Como en la aviación, el comienzo y el final de la anestesia general son las fases más delicadas y en las que hay que extremar el cuidado para evitar accidentes.
Existen tres fases de la anestesia: la inducción (el despegue), el mantenimiento (la ruta) y el despertar (el aterrizaje).
Llamamos INDUCCIÓN al comienzo de la anestesia general. Antes de empezar te conectarán a un monitor y te canalizarán una vía venosa. Te administrarán una combinación de fármacos que te llevarán a un estado de coma artificial. En ese momento perderás ciertos reflejos protectores y la respiración espontánea. El anestesista te proporcionará el modo de respirar de manera artificial. Después de esta fase, ya estará todo a punto para qué pueda comenzar la cirugía.
El MANTENIMIENTO es el tiempo de la anestesia en el que se realiza la cirugía. Permanecerás dormido gracias a los fármacos que se te irán administrando de manera constante por el respirador o por vía venosa. El anestesiólogo va reajustando las dosis según tus necesidades y las de la cirugía. También tratará los efectos de los fármacos y de la agresión quirúrgica, apoyándose en la vigilancia de tus constantes vitales.
El DESPERTAR se realiza concluida la cirugía. El anestesista suspenderá los fármacos que te han mantenido bajo anestesia general. Comenzarás a despertar progresivamente, hasta recuperar poco a poco la consciencia, los reflejos, y la capacidad de respirar de forma espontánea. Cuando el anestesista compruebe que éstos están completamente recuperados, te retirará la respiración artificial y te acompañará a la sala donde harás la recuperación postoperatoria. Es normal sentirse somnoliento durante las primeras horas, pues algunos fármacos usados durante la anestesia tardan horas en metabolizarse.