Los riesgos más frecuentes

Los riesgos más frecuentes en este tipo de cirugías suelen ser poco graves como infección, sangrado o colección de líquido claro en la herida quirúrgica (seroma) y hematoma. Es normal el dolor los primeros días tras la cirugía, como en cualquier herida pero debería calmarse con los analgésicos pautados por su médico.  Otros riesgos  leves derivados del acto quirúrgico pueden ser flebitis (enrojecimiento del punto de punción de la vía venosa para la colocación del suero) o dificultad para orinar en las horas posteriores a la intervención.

Los riesgos graves ocurren rara vez pero hay que tenerlos en cuenta y son: dolor prolongado a pesar de los calmantes por afectación de un nervio de la zona de la herida quirúrgica, rechazo de la malla  (por lo que en ocasiones habría que volver a intervenir para retirarla) y reproducción de la hernia al cabo de un tiempo. También es posible la aparición de lesiones vasculares, con sangrado y/o trombosis. En las hernias inguinales, puede ocurrir inflamación y atrofia  testicular. En eventraciones y evisceraciones puede ocurrir obstrucción intestinal y si el paciente es obeso o tiene problemas respiratorios, puede presentar problemas en la respiración después de la cirugía. Como en cualquier tipo de intervención los resultados clínicos o estéticos obtenidos pueden no ser satisfactorios y no deja de haber un mínimo riesgo de desenlace fatal.